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Estás atrapado en un lugar que le dicen Medellín

Nací en esta ciudad, Medellín. Eso ha garantizado que gran parte de la historia de mi vida se vea enmarcada en gritos de triunfos, regionalismos, belleza, emprendimiento, montañas, medios de comunicación, turismo, narcotráfico, educación, oportunidades, violencia y algo que viene sonando mucho, hace algunos días, innovación. Nací en una ciudad que crece cada día, una ciudad que se jacta de sus novedosos avances y su infraestructura, que nos enamora todos los días con sus calles llenas de historias, gente, color, vida… Una ciudad que nos aburre y nos cuestiona todos los días con sus calles llenas de irrespeto, indiferencia, dolor, violencia y muerte. Una ciudad de puertas abiertas, querría uno, para todas las manifestaciones que representaran progreso, diversidad, cultura, entendimiento, oportunidad, respeto, crecimiento y experiencia, que permitiera a todos expresarse, pensarse y vivirse en la medida que el reconocimiento del otro como alguien diferente e igual de significativo a nosotros, cree nuevas formas y manera de entendernos y hacernos. Y claro, en Medellín todos los días se gestan este tipo de espacios, la música, la educación, la lectura, el deporte… muchos espacios, nos acercan y permiten el goce de la diversidad. Sin embargo, tristemente, también nos acerca algo, el dolor. Una ciudad que hoy se enorgullece de estar nominada junto con la gran Nueva York y la sobresaliente Tel Aviv, está constantemente rodeada de dolor, de sufrimiento, de violencia, de muerte. Una ciudad pequeña que hemos ido, con nuestra indiferencia, haciendo grande e inabarcable, donde las muertes de una comuna al parecer no importan en la otra, una ciudad pequeñita que no encuentra puntos de intersección y que con su inagotable ego y gran indiferencia se encarga cada día de olvidar a quienes no tienen la fortuna de llevar una vida en condiciones estables, en medio de tanto recurso que existe y que debería aprovecharse para que fuese así.


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Dos niños fueron encontrados asesinados en el barrio Belén Aguas Fría, dicen fueron reclutados por un combo que los habría ejecutado luego de pasar una frontera invisible de otra banda en la comuna 13. Reuniones de seguridad, inversiones millonarias en infraestructura para “la seguridad” de los ciudadanos, y el rechazo constante a cualquier actitud o acto que violente la vida, es lo único que he escuchado decir de nuestros gobernantes de turno, sobre lo que pasó. Y claro, tener constantes reuniones de verificación, puesta en común y evaluación de los sucesos de nuestra ciudad es importante, de ellas, pueden salir nuevas formas de hacer las cosas y fortalecer los procesos. Invertir en infraestructura, también es importante y necesario, claro, no podemos pretender avanzar hacia un cambio social si no tenemos un apoyo tecnológico que ayude a la transformación y por supuesto que debemos tener un rechazo constante a los actos y a las actitudes que violenten la vida. Sin embargo no sólo con eso se puede pretender tener una visión diferente de la realidad, no sólo con esas reacciones por parte del gobierno y las autoridades, podemos dar respuesta a las amenazas que enfrentamos.

Pienso mucho si en realidad la situación debe estar en manos del estado, del gobierno, de las autoridades, de las grandes empresas o de los medios de comunicación solamente. Pienso, si en realidad la situación está en manos de otros y no mía, o por ejemplo, en cada uno de nosotros que con nuestra presencia, con nuestro hacer, con nuestros pensamientos, actitudes y hasta indiferencias y desintereses también estamos haciendo parte de la situación. Claro, es un discurso eterno ese que todos los días nos recuerda que uno solo no es el cambio pero que varios sí, y tienen razón quienes lo pregonan. Esta Ciudad con su realidad, con su territorio enmarcado en paisajes modificados y transgredidos, con edificios cada vez más altos, con gente que cada vez cuestiona más lo que le pasa, que cada día se prepara más para lo que viene y que está en constante fortalecimiento de redes de desarrollo y progreso que ese niegan a morir, es la ciudad que no puede ir por ahí indiferente, adormecida, tranquila, insensible y dando gritos de una indagación que no siente muchas veces, y que es producto de una movilización momentánea que pocas acciones propone. Quiero decir entonces, que hace muchos años vivo en Medellín y me he enamorado de ella, aunque a veces también quiera estar más allá que acá. Vivo enamorada por todo lo que ofrece, por todo lo que me ha ofrecido, por todas las vivencias que me ha permitido experimentar y porque hoy, por ejemplo, un acto de barbarie me puso reflexionar enormemente sobre lo que pasa, y lo que me pasa y eso es importante. Sí, nos enfrentamos a un gobierno y a unas autoridades indiferentes que muchas veces no proponen soluciones, alternativas y mucho menos cambios, pero también nos enfrentamos a nosotros mismos y a la realidad que nos ofrece la vida y en esa medida, es justo y pertinente tener con criterio el valor de decir, yo quiero y puedo ser parte de la transformación.

Una transformación que se puede dar desde el respeto constante a las diferentes manifestaciones, respeto por los bienes materiales de los demás, por los pensamientos e ideologías que no son iguales a las mías, respeto por el gusto y la forma de interactuar. Una transformación que se da cuando ayudo al otro, cuando le regalo tiempo, cuando lo escucho, cuando le doy la mano y poniéndome en su lugar lo entiendo. Una transformación que piensa en común, que pone en común los intereses y los hace uno y que desarrolla a partir de todo eso, formas y maneras de superar los inconvenientes, que hace que los gobiernos, las autoridades y demás fuerzas sientan que hay otras maneras de hacer las cosas y que definitivamente la guerra y la muerte absurda de la gente no es garantía de ningún cambio, de ninguna transformación, de ninguna realidad innovadora que merezca reconocimiento mundial.

El título de esta entrada, no es más que una frase que queda en mi cabeza cada vez que escucho esta maravillosa canción de Los Arboles. Una canción de uno de los mejores grupos de rock que ha dado esta ciudad.



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